Convivencia

Pasa el tiempo y la casa sigue inmersa
en la doble voluntad de quien la habita,
porque bajo su techo se domestican
una mujer, un hombre y viceversa.

Rutina del enser que pronostica
un rezongo de cosas por hacerse,
él pinta los rincones del presente,
ella surce un futuro de camisas.

Costumbre de vivir acostumbrados
a compartir guijarros y diademas;
pensar de a dos no es dividir las cuentas
sino sumar lo ya multiplicado.

Intimidad de sábanas y mesas
tendidas al amor y a las comidas,
al punto que uno a otro se convidan
una porción de espíritu y materia.

Así como parte de repente
una palabra herida de sus bocas
vuelven del regaño y se perdonan
con aquel beso que hoy aun los enciende.