Plaza de tambores

En la plaza de mi barrio junto a la vía y el paso
se juntan siempre unos flacos como al atardecer;
con su cuerda de tambores
van ensayando unos golpes con un candombe en la piel.
Suenan groso y no en vano la vida que da de palos

les dio el don de tronar su porque a la ciudad,
con el alma en la madera
pulsando amores y penas casi como en un ritual.
Anochece y en contrapunto ronca el tren pegado al zurdo.

Hace el aguante la barra y un repique el corazón.
Meta palmas piden otra
y las manos se redoblan llenas de arte y de sudor.
Suena el tambor, baila este son

una muchacha entre ellos;
dentro de si siente latir
esta cadencia de cueros,
este clamor de los negros
que sacude el aire,
vibra en los parches,
la gente, el adoquín.